El presidente de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Argentina, Armando Andruet, calificó el Código de Comportamiento Ético del Poder Judicial de la República Dominicana como el mejor estructurado y moderno de Iberoamérica.
El también director internacional de la Cátedra de Ética Judicial “Manuel Ruíz Tejada”, que imparte la Escuela Nacional de la Judicatura, dijo que ese Código de Comportamiento Ético contribuye a frenar amenazas a la democracia, el sistema institucional y los derechos fundamentales.
Apuntó que cuando se afecta un sistema democrático, se afecta también la independencia, imparcialidad e integridad del poder judicial de un país. Insistió en que son los jueces quienes mejor conocen el sistema institucional de una nación, “cuando, de una manera solapada, se afecta esa democracia”.
El doctor Andruet hizo el señalamiento al abordar el tema “Dilemas Éticos en el Servicio Judicial”, escenario en que también resumió en tan solo tres los 26 principios de ética judicial, sintetizándolos en Independencia, Imparcialidad e Integridad, los cuales aclaró conforman el núcleo ontológico que los jueces no pueden olvidar.
“Olviden todos (los demás principios), menos estos tres. Al final, la ética judicial es un desarrollo de esos tres principios que conforman lo que yo he denominado el núcleo ontológico de la ética judicial”, reiteró el también catedrático argentino.
Apuntó que el Código Iberoamericano de Ética Judicial alcanza a 24 países de Iberoamérica y Europa que conforman la Cumbre Judicial Iberoamericana, de la cual la República Dominicana tiene la presidencia pro tempore 2023-2025.
Sostuvo que los jueces, en su labor jurisdiccional o fuera de ella, deben tener como misión generar y promover la confianza pública.
Al respecto, señaló que es importante la confianza pública en los jueces, ya que muchos de ellos se cobijan en la idea de que sus sentencias son brillantes y que eso genera esa confianza pública.
Durante su participación en la VI Edición de la Conferencia del Poder Judicial 2024, Andruet reiteró que los jueces no pueden vivir aislados de la sociedad, y que “aquello de que los jueces solo hablan por sentencia”, es parte de una historia decimonónica o pasada.